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El Nobel de Física Richard Feynman (1918-1988), después de pasar muchas horas rompiendo espaguetis (¡y rompiéndose el coco!), no encontró una respuesta convincente a este enigma. Años más tarde, dos artículos publicados en 2005 en la prestigiosa revista Physical Review Letters lo resolvieron. En dichos trabajos, los franceses Sebastien Neukirch, de la Université Pierre et Marie Curie, y Basile Audoly, del Centre national de la recherche scientifique (CNRS), ambos de París, explicaban que, tras la primera rotura de esta pasta, se generan ondas de flexión que se amplifican e incrementan aún más la curvatura de uno de los trozos, que vuelve a romperse.
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